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jueves, 23 de abril de 2009

NORMAS Y LIMITES EN LA FAMILIA


Establecer límites a los hijos es una manera de demostrarles nuestro amor y preocupación. Con ello les distinguimos e indicamos que les estamos cuidando. Los límites son como las “barandillas de un puente” que nos proporcionan un sentimiento de seguridad y control.

¿Cómo establecer límites?

1. Ser claro y específico. Los límites han de ser claros, específicos, sencillos y positivos. De esta manera se informa a los hijos lo que se espera de ellos y cuándo. Así por ejemplo, si dices a tu hijo: “después de comer, tira los restos de comida en el cubo de la basura, pon los platos sucios en el fregadero y quita el mantel”, es probable que sepa exactamente lo que se espera que haga. En cambio, decirle que limpie todo, que es un vago no informará con tanta precisión de lo que se espera de él.


2. Informar de las circunstancias en que se aplica: “No juegues en la calle”, “no tenemos suficiente dinero, por eso hoy no hay helado”, “ No vayas a casa de Juan hoy a la hora de la cena, están muy ocupados en su casa.”.

3. Deben formularse de manera positiva. Deben informar de lo que hay que hacer, no de lo que no hay que hacer. Por ejemplo: “ cuando te sientes pon la espalda erguida”, en lugar de “ no te sientes así corvado”. Cuando un niño llega a estar irritado y actúa destructivamente, los padres tienen probabilidad de pensar primero en los límites negativos, por ejemplo, ¡no me hables de ese modo!, ¡ no hagas daño a tu hermano!, ¡ no tires las cosas!. Los niños también necesitan límites positivos para ayudarles a tratar con sus emociones. Al lado de los “NO HAGAS”, un padre puede decir también: “cuando te enfades dime cómo te sientes “ Esto muestra al niño otro modo de manejar el enfado o irritación.

4. Ser firme. Mostrarse amable pero firme, es una buena manera de que nuestros hijos muestren atención y sigan nuestras instrucciones:

· Sostenerle quieto por los hombros mientras le das las instrucciones.

· Mirarle directo a los ojos.

· Hablarle de una manera clara y con un tono firme.

· Deja que tu rostro parezca serio mientras le hablas.

· Insistir en ser atendido y obedecido a una instrucción razonable.

5. Ser consistente. Los límites deben hacerse cumplir de manera consistente, es decir, deben cumplirse siempre que las circunstancias sean las mismas. No obstante si las circunstancias cambian, los límites deberían ser revisados. Si los límites se aplican de manera inconsistente puede generar confusión en el niño. Por ejemplo: si un día se le prohibe que utilice una navaja, y al otro día se le permite hacerlo y otro día se le castiga por utilizarlas, el niño nunca sabrá lo que realmente se espera de él.

6. Incorpora a los niños en el establecimiento de límites. De esta manera se tiene más probabilidad de ganar su cooperación en el seguimiento de normas. Al mismo tiempo se les provee de experiencia y práctica en la toma de decisiones. Así, y hablando con ellos de los problemas y la importancia de los límites y normas como guías del propio comportamiento, se facilita el desarrollo del autocontrol y autodirección.

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